El amor que una mamá siente por su hijo es infinito. Es amplio y profundo. El amor no tiene compromisos, simplemente está ahí y crece cada día. Este amor no viene con condiciones. Nos guía y nos enseña. Cada día, este amor nos mira a la cara, nos muestra lo que aún nos falta: ya sea paciencia, ya sea comprensión o ya sea falta de tiempo con nuestros queridos hijos.
En las últimas décadas, la investigación ha descubierto lo estrecha que es esta relación, porque cada niño, independientemente de su ADN, siempre lleva algo de mamá, y mamá siempre lleva algo de su hijo. Este conocimiento ayuda a explicar por qué somos tan incondicionalmente devotos de nuestra descendencia y por qué queremos a nuestros hijos hagan lo que hagan. El vínculo con tu hijo cambiará con los años, pero su fuerza nunca disminuirá.
La relación padre-hijo se considera el vínculo humano más fuerte. Un vínculo invisible de energía emocional que nada ni nadie puede destruir. Este vínculo es tan profundo que harás cualquier cosa por hacer feliz a tu bebé. Ya sea acariciarlo, abrazarlo, besarlo o llevarlo en brazos. Nunca es demasiado y no puedes malcriar a tu bebé. Al contrario, tu bebé está acostumbrado a la cercanía y al contacto físico, y se siente mejor en tus brazos.
"Sólo llevamos a nuestros hijos en brazos durante poco tiempo, pero los llevamos en el corazón para siempre".
La relación entre madre e hijo es única. Empieza en el momento de la concepción, se materializa al nacer y continúa durante toda la vida. Durante el embarazo, poderosas hormonas trabajan para sentar las bases del vínculo con el bebé, que se fortalece semana tras semana. Ya estás empezando a construir una estrecha relación con tu hijo por nacer. Oír el latido de tu corazón por primera vez en una ecografía, sentir los movimientos del bebé por primera vez... es una época de muchas "citas a ciegas" emocionantes. ¿Sabías que durante y después del parto actúan más hormonas que en ningún otro momento de tu vida? La llamada hormona del abrazo, la oxitocina, desempeña un papel especialmente importante. Hace que tu bebé adquiera una confianza básica en ti y que tú te muestres cariñosa con él.
Un vínculo seguro y estable contigo da a tu bebé confianza en sí mismo y tiene un efecto positivo en el curso de su infancia. Tu bebé suele ser entonces más equilibrado y de naturaleza menos complicada. El afecto que los bebés experimentan ahora es la base de cómo tus hijos formarán sus propias relaciones más adelante. El vínculo afectivo refuerza nuestra confianza básica. Por eso la cercanía y la atención nunca deben faltar, ni siquiera rechazarse, en una buena relación madre-hijo.
Tu pequeño tesoro siente que vale algo y se siente seguro. De este modo, la confianza básica de tu bebé puede crecer y vuestro vínculo invisible puede uniros a los dos para toda la vida.
¿Cómo lo ves tú? No dudes en compartir tu experiencia en los comentarios.