Cuando nace un bebé y los ojos de papá y mamá se encuentran por primera vez, se produce un hechizo que conmueve y cautiva incluso a los observadores externos. Mucho de lo que antes era importante y urgente para los padres pasa de repente a un segundo plano tras el nacimiento del bebé. Mamá y papá se "contagian" emocionalmente de su bebé y es amor a primera vista.
Es sin duda el sentimiento más hermoso del mundo: el amor de los padres por su bebé.
Tener a tu propio hijo en brazos por primera vez: un momento especial para los padres y el comienzo de una relación muy especial. Casi ningún otro vínculo es tan estrecho como el que se establece con un recién nacido. Por regla general, lo mejor para la madre y el bebé es que el pequeño se acueste sobre el torso desnudo de su madre nada más nacer. Allí reconocen el latido familiar del corazón y memorizan el olor de su madre. Porque el contacto con la piel, los mimos o la primera toma son acciones importantes para crear el vínculo emocional y la confianza básica de tu bebé. Los psicólogos creen que esta confianza básica es la base de la autoestima. Si el primer contacto con la madre no es posible directamente, por ejemplo a causa de una cesárea, el padre puede encargarse de establecer el vínculo.
Cuando la primera sensación del bebé en este mundo es que está seguro y en buenas manos, se desarrolla una profunda confianza básica. Las primeras figuras de apego importantes son como un refugio seguro en el que el niño se siente protegido, querido y como en casa.
La cita es de Virginia Satir, conocida terapeuta familiar:
“Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos al
día para vivir y doce abrazos al día para crecer interiormente.“
Pruébalo. Abraza a tu bebé durante unos minutos por la mañana y por la noche antes de irte a dormir. Abraza a tu bebé siempre que sientas la necesidad o sientas que tu bebé quiere contacto físico. Acariciarle la cabeza o masajearle suavemente la espalda son gestos cariñosos. Una sonrisa cariñosa también calienta el corazón de tu bebé.
Ya se trate de un bebé o de un adulto, el tacto cariñoso provoca sentimientos de felicidad en todos nosotros. El tacto puede calmar, relajar y reconfortar al bebé. Pero los mimos hacen aún más por los bebés, porque al principio descubren el mundo sobre todo a través de su piel: les dan seguridad, crean confianza a largo plazo y sientan las bases de su desarrollo posterior. Esto se manifiesta en la edad adulta con una mayor confianza en sí mismo y menos miedo a las cosas nuevas.
Llevar al recién nacido directamente sobre el cuerpo durante muchas horas al día ayuda a fomentar el vínculo afectivo. El contacto visual y corporal, las caricias, los mimos, los acurrucamientos, las caricias: todo esto crea el vínculo afectivo, que es el término que se utiliza para este importante vínculo entre padres e hijos.
"Dos cosas deben recibir los niños de sus padres: Raíces y alas".
Por muy antigua que sea esta frase de Johann Wolfgang von Goethe, sigue siendo increíblemente importante hoy en día. La base de un buen vínculo padre-hijo son las raíces profundas y fuertes que debemos dar a nuestros hijos desde el principio para que luego, cuando estén "bien atados", puedan desplegar sus alas y descubrir el mundo por sí mismos.